No es solo un paseo con fotos bonitas.
Es un primer encuentro visual, una forma de romper el hielo… y dejar que empiece la historia.
¿Y si hacemos una preboda… pero sin posar?
Esta es una de las frases que más escucho.
Y me encanta, porque una sesión preboda no debería parecer una sesión de fotos.
Debería sentirse como una tarde juntos, sin presión, con naturalidad.
Y eso es lo que cambia todo.
¿Para qué sirve realmente una sesión preboda?
- Para que estéis tranquilos delante de la cámara el día de la boda.
- Para que veáis cómo trabajo, sin forzar nada.
- Para que entendáis que no tenéis que hacer nada especial para salir bien.
- Para crear una conexión real entre nosotros.
Lo importante no es el lugar. Es el clima emocional.
A veces es en la playa. A veces en un café.
O en un rincón cualquiera que tenga sentido para vosotros.
Lo importante es crear un espacio seguro donde podáis ser vosotros mismos.
Sin vestidos blancos. Sin invitados. Sin tiempos marcados.
Solo vosotros.
Lo que ganáis con la preboda (aunque no os guste haceros fotos)
Muchísimas parejas me dicen:
“No sabemos posar”
“Nunca salimos bien”
“Nos da cosa”
Y luego, tras la preboda, me dicen:
“¡Si fue como dar un paseo contigo!”
“No esperábamos vernos así”
“Ahora vamos mucho más tranquilos a la boda”
Eso es lo que me interesa:
que el día de la boda no haya barreras entre vosotros y la cámara.
Que confíéis. Que fluyáis. Que viváis.
¿Os gustaría hacer una preboda sin poses forzadas, solo para conectar y contar vuestra historia desde el principio?
Estoy aquí para eso.