Más que una cámara: una forma de mirar.
Así es como Leica ha transformado mi manera de contar historias reales.
Hay decisiones que lo cambian todo.
No hablo solo de cámaras. Hablo de cómo miras. De cómo te acercas. De cómo eliges contar una historia no con mil disparos, sino con uno que de verdad importe.
Y eso es lo que me pasó con Leica.
Leica no es solo un equipo: es una filosofía.
Desde que trabajo con la Leica M10-R y la SL2-S, mi forma de documentar bodas ha cambiado. No porque tengan más megapíxeles o mejor ISO. Sino porque me obligan a mirar diferente.
Con Leica, cada foto se vuelve una decisión.
Cada encuadre, una búsqueda de verdad.
Cada clic, una pausa que respira.
¿Por qué Leica en bodas?
Porque no busco fotos perfectas, sino fotografías honestas, cinematográficas, que te hagan sentir.
Y para eso, necesito cámaras que no interfieran, que me permitan moverme con naturalidad, que sean pequeñas, silenciosas, casi invisibles.
Necesito ver la luz tal cual es, sin artificios.
Y necesito que los colores y las pieles sean reales, con ese look de película que tanto me inspira.
Leica me ha enseñado a acercarme más.
A mirar con respeto.
A esperar la emoción antes de disparar.
A ver la poesía en lo cotidiano.
Y eso se traduce en imágenes que no solo documentan un día, sino que conservan un legado visual con alma.
No sé si todas las parejas buscan eso.
Pero las que conectan con este estilo, lo sienten.
Y entonces, Leica deja de ser una cámara…
Y se convierte en el puente entre lo vivido y lo recordado.
¿Te gustaría que tu boda se contara con esa misma mirada honesta, cinematográfica y sin artificios?
Estoy aquí para ti. Escríbeme y hablemos.